Males crónicos como los cardiovasculares, los respiratorios, la diabetes y el cáncer son, en Colombia, las principales causas de enfermedad y muerte entre la gente.
A tal punto que, de acuerdo con el Ministerio de Salud, su atención le demanda gastos tan altos que amenazan la sostenibilidad financiera de su sistema de salud.
La Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (Acemi), que reúne a la mayoría de las EPS del régimen contributivo de salud, calcula que por cuenta de las también llamadas enfermedades no transmisibles, el sistema gasta entre 15 y 20 billones de pesos al año.
Esa es una de las razones por las cuales el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, durante su reciente jornada de rendición de cuentas, fijó como megameta de su cartera evitar la muerte de 14.000 colombianos (entre 30 y 70 años, especialmente) por estas causas prevenibles, para el 2018.
Según la Organización Mundial de la Salud, este grupo de enfermedades, muy relacionadas con los malos hábitos de vida de la gente (entre los que se cuentan el sedentarismo, la mala dieta y el consumo de sustancias peligrosas como el cigarrillo y el alcohol), cobra la vida de 110.000 colombianos.
A eso hay que sumar el impacto individual y colectivo que para el país representa la enfermedad de estas personas.
Gaviria explicó que para lograr el objetivo propuesto deben ponerse en marcha modelos de atención diferenciados que mejoren el acceso oportuno a medicamentos y procedimientos, así como fortalecer la política farmacéutica y promover hábitos de vida saludables.
Fernando Ramírez Campos, subdirector de Enfermedades no Transmisibles del Ministerio, afirma que “en el 2005 teníamos una carga de enfermedad del 76 por ciento y solo cinco años después (esta) ya era del 83 por ciento; eso significa que este problema avanza a pasos agigantados”.
“La meta –sostiene Ramírez– corresponde a una visión vanguardista, porque ya no solo vamos a medir la mortalidad materna o infantil. Vivimos más, pero más enfermos, y lo que vamos a intentar es postergar la edad a la que aparecen estos problemas para que, ojalá, los colombianos no se mueran antes de los 70 años”.
Pero no se trata de una meta suelta, de hecho, está contenida en el Plan Decenal de Salud Pública y en el Plan Nacional de Desarrollo y hace parte de los nuevos Objetivos de Desarrollo del Milenio (Objetivos de Desarrollo Sostenible) y de la Estrategia 4 x 4 (cero tabaco fumado o al lado, reducir el consumo de alcohol, hacer más actividad física y tener una buena alimentación).
Las que más gastan
Jaime Arias, presidente de Acemi, dice que este es un objetivo muy acertado, porque este tipo de enfermedades impacta negativamente los años de vida saludable (mortalidad y morbilidad), las incapacidades y las finanzas del sistema de salud.
“Estos grupos patológicos –asegura– están absorbiendo entre el 60 y el 70 por ciento del gasto en salud, sin olvidar que hay regiones del país que todavía están muy afectadas por las enfermedades transmisibles (como las infecciones)”, dice.
El impacto sobre las EPS, afirma Arias, es muy grande porque el 10 por ciento de los afiliados, que son en promedio los que tienen estas enfermedades, consume el 70 por ciento de los recursos del sector.
Y agrega: “Estamos gastando entre 15 y 20 billones de pesos en enfermedades crónicas al año”.
Acemi calcula que casi 4,5 millones de colombianos están en programas de pacientes crónicos que incluyen controles acompañados de pruebas de laboratorio y tratamientos permanentes (y costosos) de largo plazo, como diálisis renales.
“Hay que reconocer que el país está muy crudo en prevención, y por eso hace falta ir a buscar a la gente sana para mantenerla así”, dice.
Olga Lucía Zuluaga, directora de la Asociación de Hospitales Públicos de Colombia, coincide en que la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (causada, mayoritariamente, por el peligroso hábito de fumar), la diabetes y la hipertensión son las principales causas de morbimortalidad, y es necesario que los hospitales trabajen en esos aspectos.
“Infortunadamente –advierte– el tema financiero nos debilita, porque lo primero que hacen las instituciones con dificultades económicas es reducir o eliminar los equipos extramurales, que son lo que deben estar afuera, previniendo enfermedades. Hay muchas instituciones que por su situación económica han prescindido de estos contratos”.
Jaime Calderón, presidente de Sociedades Científicas, señala que ante las falencias en la prevención de estas enfermedades, el Ministerio debería dar incentivos para que quienes trabajan prevención y promoción sean reconocidos igual o más que quienes se dedican a atender a enfermos.
“Por fortuna, los niños y el adulto mayor son sujetos de especial protección constitucional, pero es importante pensar en la población que está en la mitad, que tiene la principal carga de la enfermedad y reúne a los económicamente activos”, considera Calderón.
Las mujeres, clave en este objetivo
Las enfermedades crónicas, según el Gobierno, afectan de peor manera a las mujeres.
De acuerdo con Fernando Ramírez, el sexo femenino tiene un problema de obesidad abdominal muy importante (factor de riesgo para aparición de diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares); de hecho, ellas casi doblan a los hombres en este aspecto.
Datos de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional indican que la obesidad abdominal de las mujeres es del 62 por ciento, frente al 39 por ciento de los hombres.
“Las pistas que tenemos –afirma Ramírez– tienen que ver con el papel de la mujer en el hogar como cuidadora; ellas postergan su autocuidado, no tienen claros los síntomas sobre su estado de salud, primero están sus hijos y esposos, y ellas quedan en último lugar. Con trabajo afuera y en la casa, no tienen tiempo para la actividad física”.
El experto en enfermedades no transmisibles advierte que este es un problema más serio y común en mujeres de estratos socioeconómicos bajos; en cambio, asegura, la obesidad abdominal en hombres es más común en los niveles educativos superiores.
Las acciones a tomar
De acuerdo con el Ministerio de Salud, tener población más sana requiere además del esfuerzo de sectores como transporte, recreación e industria, que deben ofrecer alimentos más saludables que cumplan con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
“Lo que le hemos dicho a la industria –afirma Ramírez– es que si empieza a producir esos alimentos, nosotros, mediante información y comunicaciones desde los propios servicios de salud, vamos a buscar que la gente sepa reconocerlos”.
Los especialistas señalan, también, la importancia de trabajar en atención primaria, incentivando la práctica de actividad física, la alimentación saludable desde el nacimiento, las dietas bajas en sal y grasas trans, con más fibra, muchas frutas y verduras. Es vital, aparte, desestimular el consumo de productos y bebidas poco saludables (el alcohol incluido), así como ha ocurrido con el cigarrillo, a través de ambientes libres de humo.