Colombia es uno de los países con las cifras de donación de órganos más bajas del mundo, cada año el 1 de cada 10 personas que necesitan un órgano mueren esperando un trasplante.
Hace pocos días el presidente sancionó la ley por la que se hace obligatoria la donación de órganos para todos los colombianos excepto cuando en vida se manifiesta lo contrario.
Lo anterior quiere decir que los órganos vitales de cualquier colombiano al momento de morir pueden ser trasplantados a otra persona que así lo requiera. En otras palabras, que los muertos salven vidas.
Colombia es uno de los países con la tasa de donantes de órganos más bajas del mundo y parece que la cifra tiende a disminuir: mientras que hace cuatro años por cada millón de habitantes doce colombianos donaban sus órganos hoy solo lo hacen siete. En España, por ejemplo, lo hacen 35 por cada millón de habitantes.
Las cifras de donación de órganos son más bajas en la Costa del país, mientras que los habitantes del eje cafetero son los más generosos en ese sentido.
Al día de hoy, 25.000 personas necesitan un trasplante de riñón, que es uno de los órganos más solicitados, seguido por el hígado, el corazón, los pulmones y por último el páncreas. Desafortunadamente el 10% de esas 25.000 personas mueren haciendo parte de la lista de espera.
“No se debe pensar en la donación como el ejercicio de ofrecer una parte de nuestro cuerpo para que alguien pueda vivir; sino en que la persona que dona el órgano ofrece
todo su cuerpo para que una parte de nosotros pueda seguir viviendo”, afirma el doctor Gilberto Mejía, director del área de trasplantes de la Fundación CardioInfantil.
Los mitos que rodean la donación de órganos
Las redes sociales, los mitos urbanos y las historias contadas de voz a voz han convertido varias mentiras en ‘verdades’ a medias. Algunas personas desinformadas han caído en la trampa y las han tomado como ciertas. Acá, algunos de los principales mitos.
Se despertó en una tina bañado en sangre y sin sus órganos.
Falso: Los trasplantes solo se pueden hacer en grandes centros hospitalarios, no se pueden extraer órganos en un garaje o en una casa, en el país solo 24 hospitales y clínicas están autorizados. El cuidado y la preservación del órgano es fundamental para garantizar que se pueda realizar el trasplante. Por ejemplo, la conservación de un riñón es de 12 horas, la del hígado es de 8 y el del corazón y el pulmón es solo de 4. Además es prácticamente imposible que una persona sobreviva a una intervención improvisada como esa.
“Hay muchas variables por las que estas historias no tienen ningún tipo de soporte médico. Hay que saber el grupo sanguíneo de la persona, el peso y realizar exámenes especiales para evitar el rechazo en el receptor” asegura Mejía.
Existen mafias que le quitan los órganos a la gente y los venden a extranjeros por cifras millonarias.
Falso: Para que un extranjero pueda recibir un trasplante debe vivir en Colombia y tener cédula de extranjería superior a dos años. Muchas personas necesitan trasplantes de manera inmediata por lo que extranjeros no contarían con el tiempo necesario para hacer parte de una lista de espera.
Todas las instituciones que realizan los procedimientos son auditadas de manera constante por el INS (Instituto Nacional de Salud) y la ley tipifica como delito el tráfico, compra venta o comercialización de órganos en el país, lo que hace prácticamente imposible la venta de partes humanas a extranjeros.
Devuelven a las personas irreconocibles luego de hacerles trasplantes.
Falso: Los cuerpos son intervenidos con el cuidado necesario para que no quede evidencia de la extracción de los órganos de tal manera que los familiares no noten diferencia alguna. “Los cuerpos se devuelven a los familiares vestidos, lo que evita que las cicatrices sean notorias” confirma Mejía. De otro lado, en Colombia, entre el 75% y el 80% de los cadáveres son cremados.
Todos los donantes deben ser personas que murieron.
Falso. También pueden donar personas vivas. Esta práctica médica solo se realiza con aquellos pacientes que sean familiares directos de la persona afectada. “Siempre lo que buscamos es proteger al donante. A lo largo de los años, se ha reducido el índice de complicaciones para el donante” asegura Mejía. El acompañamiento es permanente y se le indica al donante vivo las posibles complicaciones de la donación dependiendo del órgano que se vaya a intervenir.
Se estima que el 80% de los donantes vivos vuelven a ser socialmente productivos luego de superar el año de la intervención quirúrgica.