La pérdida del cabello es un factor emocional que afecta el tratamiento contra el cáncer.
La caída del pelo es uno de los efectos secundarios de la radioterapia y la quimioterapia en el tratamiento del cáncer. Esta pérdida, que puede comprometer todo el cuerpo, incluida la cabeza, el torso, las axilas y la región púbica, puede ser completa o parcial y por lo general es temporal.
No obstante, es un factor determinante y de gran impacto emocional, sobre todo para las mujeres. Algunos estudios estiman que 2 de cada 10 pacientes pueden abandonar el tratamiento, o solicitan cambios en él, por la caída del cabello que, además, ha sido clasificada entre los efectos colaterales más indeseados.
La alopecia inducida por quimioterapia, como se conoce técnicamente esta condición, es producida por un daño de las células del folículo piloso ocasionado por una sustancia tóxica, que no solo ataca las células cancerosas sino también las sanas.
A partir de este principio, el psiquiatra oncólogo colombiano Alberto Cortés, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, ha participado en el desarrollo de una técnica que frena la caída del pelo en estos pacientes.
Se trata, dice Cortés, de impedir que los medicamentos lleguen al folículo piloso. “Se sabe que el frío, fisiológicamente, cierra los vasos sanguíneos y siendo la cabeza una zona tan irrigada, nos dimos a la tarea de aplicar bajas temperaturas en el cuero cabelludo, buscando disminuir la circulación y la llegada de las drogas a las células capilares”, dice.
Después de muchas pruebas, desarrollaron, con tecnología sueca, un sistema de enfriamiento que ha demostrado, en 8 de cada 10 pacientes, que se puede conservar el pelo natural y recibir la quimioterapia simultáneamente.
El sistema es un gorro de silicona, que contiene unos canales internos por los que circula un líquido refrigerante inocuo, que baja las temperaturas a 3 grados centígrados y se regulan a través de un software específico. Se usa en sesiones de 20 a 30 minutos, cuatro o cinco días a la semana.
Hasta el momento, el sistema ha sido aplicado en más de 10.000 pacientes y según sus creadores, los resultados permiten obtener en la práctica una evidencia que avala la técnica, la cual ya se aplica en Estados Unidos y en Europa. En Chile y México ya está disponible y en Colombia fue probada con resultados superiores al 75 por ciento, en 12 pacientes.
La Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés), de Estados Unidos, ha dado su aval a estos estudios.