Mejorar la calidad de vida de la población carcelaria del país, con actividades productivas, no solo les ha devuelto la ilusión a quienes viven tras las rejas, también se ha convertido en una herramienta de reconciliación.
El hacinamiento en el que conviven los 117 mil reclusos que hay en el país no es el único flagelo al que se enfrenta esta población. La incertidumbre laboral que llega luego de cumplir con su condena y la ausencia de un proyecto claro a mediano y largo plazo dificultan su reinserción en la sociedad. Con el propósito de transformar esta realidad y de identificar talentos en quienes se encuentran privados de la libertad para potenciarlos y, por qué no, convertirlos en un emprendimiento que, además de satisfacción personal, les genere ganancias, nacieron los talleres de la Fundación TeatroInterno. Una organización sin ánimo de lucro mediante la cual ya se han beneficiado 1.200 personas, que opera desde hace tres años en Bogotá. Con el apoyo de la Fundación Bancolombia, se han realizado actividades en las cárceles de El Buen Pastor, La Picota, la Distrital y la de Máxima Seguridad de Valledupar. En cada uno participaron grupos de entre 25 y 30 personas.
La dinámica consistió en que los internos presentaron proyectos productivos en los que pudieran trabajar desde la prisión. Telares y diseños artesanales juveniles fue uno de los más llamativos.Básicamente, se trata de diseñar líneas de tejidos artesanales inspiradas en las diferentes culturas indígenas colombianas que, gracias a la inclusión de nuevas tecnologías, tengan una producción más ágil.
El objetivo, además de beneficiar a la población presidiaria que se anime a vincularse a este emprendimiento, es impactar a comunidades afectadas por el conflicto armado y minorías étnicas que necesitan un impulso para que el talento de sus manos les permita sobrevivir. “En el momento en que llegué a este centro penitenciario creí que mis sueños habían cambiado, pero, gracias a los talleres de emprendimiento de Teatro Interno y Bancolombia —que funciona como una especie de mentora encargada de identificar mejoras y oportunidades dentro de cada uno de los proyectos que les permitan potenciarse, avanzar más rápido y ser sostenibles—, iniciamos una microempresa”, cuenta emocionado Wilmer Yesid Bosa Bustos.
“Gracias a esa oportunidad —asegura—, tengo algo en mi vida por qué luchar estando aquí adentro”. Sentimientos de gratitud y esperanza que comparten sus compañeros y que se traducen, según otro de los reclusos beneficiarios, Michel Andrés Páez Rincón, “en que cadapuntada quesalede mismanos sale también de mi corazón”. Y esque, de acuerdocon Mónica Losada Castro, coordinadora del programa Creación de Empresas de la Fundación Teatro Interno y Bancolombia, estos talleres han logrado darle la oportunidad a esta población de crear empresa dentro de la cárcel, de comenzar a forjarse un futuro y tener ilusiones para seguir adelante mientras estén tras las rejas y una vez recuperen su libertad. Los buenos resultados y la aceptación que han tenido estos talleres de emprendimiento motivaron a las fundaciones a ampliar su impacto a otras cárceles del país. Actualmente se están realizando en la de Medellín y próximamente se dicatarán a un segundo grupo en La Picota y a quienes seregistren paraparticipar en el centro de reclusión Militar de Puente Aranda.