Asesor de productos médicos de origen humano: este es el cargo que ostenta el cirujano español José Ramón Núñez en la Organización Mundial de la Salud, lo cual lo convierte en uno de los gurús más reconocidos de la donación y trasplante de órganos y tejidos en el planeta.
Su trabajo, que combina aspectos técnicos, regulatorios y hasta habilidades diplomáticas para tratar con representantes de los Estados miembros de la OMS y sus sociedades científicas, está orientado a apoyar el diseño, desarrollo y puesta en marcha de programas para consolidar procesos de donación y trasplante.
Núñez visitará Colombia para asistir, el próximo lunes, al Foro Internacional de Trasplantes, que organiza Casa Editorial EL TIEMPO, en Bogotá.
Resalta que, aunque técnica y científicamente el mundo ha avanzado en esta materia, persisten asimetrías preocupantes, que limitan el acceso a órganos y tejidos, en algunas regiones del mundo.
Usted es uno de los pioneros del programa de donante con corazón parado del Hospital San Carlos de Madrid. ¿Cómo se desarrolló?
Es el resultado de la suma de voluntades y esfuerzos de muchos profesionales frente a la necesidad de donantes ante una lista de espera de trasplantes que aumentaba año tras año. Los donantes de corazón parado en asistolia son aquellos en que hay un cese irreversible del latido cardiaco; logramos que el cuerpo médico entendiera que los órganos de estas personas son útiles. Antes ni se priorizaba su rescate.
¿Cómo califica la donación de órganos y los trasplantes en Latinoamérica?
Esperanzadores y llenos de una enorme carga de trabajo. América Latina es la región del mundo que más ha crecido en materia de donación y trasplante en los últimos cinco años. Los esfuerzos empiezan a verse recompensados, pero solo es la primera etapa de un largo camino. Queda mucho trabajo por hacer y no estará completo ni nos permitirá un respiro hasta que podamos atender las demandas de todos los pacientes, hasta que ninguno de ellos fallezca por la falta de un órgano.
¿Cómo evalúa la situación de Colombia en esta materia?
Tiene unas tasas de donación que no se corresponden con la estructura socioeconómica del país ni con la capacitación técnica de sus profesionales. En los informes a los que he tenido acceso se resalta, de forma predominante, la falta de una estructura organizativa única que incluya a todos los departamentos, que dependa de la máxima autoridad sanitaria y que haga las inversiones necesarias para dotar a todos los hospitales con unidad de cuidados intensivos y profesionales entrenados en todo el proceso de donación, desde la detección del órgano hasta el trasplante.
¿Cómo lograr que en países como este los trasplantes sean una política de Estado?
Es fundamental que enfermedades como la hipertensión, la diabetes, la hipercolesterolemia y la hepatitis C, cuya evolución puede requerir un trasplante, sean prioritarias para el sistema de salud. Eso incluye desde su prevención, para evitar el daño de órganos como el hígado y el riñón, hasta el trasplante. Este último es una medida costo-efectiva, que es un importante ahorro para la salud pública. Para la muestra está que el costo de las diálisis, en caso de falla renal, es más del doble que el de un trasplante de riñón. Cualquier político inteligente debería apostarle a tener excelentes programas de trasplante.
¿Cómo están los trasplantes en el mundo?
Si nos referimos al aspecto técnico, a la morbimortalidad asociada a los procedimientos, diría que excelente. Pero si nos referimos al des-balance entre órganos donados y órganos necesarios, diría que mala y preocupante.
¿También hay brechas en esta materia?
Hay diferencias muy importantes y significativas de unas regiones del mundo a otras, e incluso entre países muy próximos, y que guardan relación con desigualdades sociales profundas que, infortunadamente, acaban condicionando situaciones reprobables, como el llamado “turismo de trasplante”. Desde la OMS, estamos realizando los máximos esfuerzos, junto con los Estados miembros, para combatir esta lacra social.
¿Cuáles han sido los adelantos que más han influido en el desarrollo de los trasplantes?
En primer lugar, un gran conocimiento de la anatomía y la fisiología; el desarrollo de avanzadas técnicas quirúrgicas y el desarrollo de medicamentos inmunosupresores, unidades de cuidados intensivos y respiración mecánica, y el cambio de los conceptos preconcebidos en torno al tema. Hay que sumar la profesionalización, formación y organización de las unidades de coordinación y trasplante, que han sido determinantes, no solo en la cantidad, sino en la calidad de los trasplantes.
¿Hoy, que órganos se pueden trasplantar?
Prácticamente todos: corazón, pulmón, hígado, páncreas, intestino, riñón… Se considera que un donante es capaz de aportar 56 años, en términos de vida, a otra persona. Se suman los injertos de tejidos, que van desde los más conocidos, como el de córnea, hasta los más complejos, como son los de cara o extremidades.
¿Cuáles son los órganos que más se trasplantan?
Sin lugar a dudas, el riñón, seguido del hígado. En cuanto a los tejidos, el de córnea es el más frecuente. Según los datos registrados en el Registro Mundial de Trasplantes, y que gestiona la Organización Nacional de Trasplantes de España como Centro Colaborador de la OMS, el año pasado se realizaron en todo el mundo 114.690 trasplantes de órganos, de los cuales 77.818 fueron de riñón; 23.986, de hígado; 5.935, de corazón; 4.359, de pulmón, 2.423, de páncreas, y 169, de intestino delgado.
¿Qué tanto dona la gente en el mundo?
Preocupante, y este es el eje fundamental de mi actividad: aumentar las tasas de donación. Es cierto que se incrementa año tras año, pero aún es insuficiente. Aunque la demanda real de órganos en el planeta es superior al millón por año, apenas se están llevando a cabo unos 115.000.
¿Por qué la gente no dona órganos?
La gente sí dona, pero en forma desigual. Hay países, como España y Croacia, donde las tasas de donación están próximas a 40 donantes por millón de habitantes al año, y otros donde apenas se supera el 0,1 de donantes por millón. En eso influyen factores como la cultura, la confianza de la gente en las instituciones, la falta de sistemas sólidos que administren el tema y la capacitación del recurso humano.
¿La donación de órganos debería ser obligatoria?
No, en absoluto. Debe ser el resultado de un sistema organizativo y profesionalizado que sea capaz de crear confianza en la gente, convencerla de involucrarse en esta práctica, desde la perspectiva de los derechos y los deberes.
¿Qué recomienda para lograr eso?
Es imprescindible contar con una estructura organizativa dependiente y respaldada por la máxima autoridad sanitaria del país, y sustentada por normas claras y un fuerte proceso educativo de la población. Insisto: hay que generar confianza, con políticas a largo plazo.
¿Cuál es una tasa ideal de donación?
Aquella que fuera capaz de generar suficiente número de órganos para que ningún paciente estuviera en lista de espera. Es algo utópico, pero estos deben ser la tendencia y el objetivo.
En Colombia existe un proyecto de ley que pretende que la donación explícita de órganos esté inscrita en el documento de identidad. ¿Qué opina?
De acuerdo con mi experiencia, los denominados “registros de donantes” no suelen ser la solución para incrementar la tasa de donación, y menos si esto no va acompañado por una explicación clara. Los ciudadanos deben tomar su decisión de forma voluntaria, suficientemente meditada y tras recibir la más completa información sobre la importancia de su decisión. Cuando se llegue a este punto, estarán en capacidad de transmitir su deseo a sus seres queridos.
CARLOS F. FERNÁNDEZ
ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO